PEQUEÑO PERO MATÓN: CRÓNICA DE UNA OBSERVACIÓN DESDE IZKI

A menudo escucho a gente que tiene cierto interés por la astronomía, o que están empezando en esta interesante afición, decir que para poder observar objetos de cielo profundo les hace falta un telescopio más grande, que están pensando en gastarse un presupuesto importante en no sé qué telescopio de no sé cuántas pulgadas, equipado de seguimiento automático y GoTo. Lo que siempre hago es hacerles las mismas preguntas: con qué observas ahora? Qué objetos has podido ver con ese telescopio/prismáticos?

Generalmente las respuestas llevan a la conclusión de que infrautilizamos los medios que ya tenemos a nuestro alcance, ya sea un modesto telescopio o unos simples prismáticos, con los que podríamos llenar muchísimas horas de observación astronómica antes de tomar la decisión de mejorar nuestro equipo.

Escribo este artículo para ilustrar un poco lo que es posible llegar a observar con un equipo modesto en condiciones normales. Como siempre, es importante alejarnos de las luces de las ciudades y así el pasado otoño pude disfrutar de varias noches de observación desde el Parque Natural de Izki. Esta vez decidí llevar conmigo un modesto refractor acromático (ojo, acromático, nada de lujos como lentes ED o APO) de 100 mm de diámetro a F6 montado sobre una montura azimutal, y otra de las noches lo acompañé de un muy modesto reflector de 114 mm de diámetro con el que empecé yo hace más de 20 años, el cual he decidido recuperar para mi hijo poniéndolo sobre una pequeña montura dobson que hace muy sencillo su manejo.

El objetivo de estas noches fue observar varias nebulosas de gran campo en las constelaciones de verano-otoño y hacer un dibujo de las mismas para mostrar lo que es posible ver con equipos modestos, buenos accesorios y un ojo bien entrenado. Las nebulosas elegidas fueron concretamente la Norte América (NGC 7000), el complejo de nebulosas de los Velos (NGC 6992 y NGC 6960), la nebulosa California (NGC 1499) y las nebulosas del Corazón y del Alma (IC 1805 e IC 1848). En todos los casos se trata de nebulosas que, en los libros de astronomía con los que yo empecé y según lo que se ha dicho siempre en muchos círculos de aficionados, se trata de objetos meramente fotográficos, imposibles de observar visualmente. Pero veremos que utilizando un equipo modesto desde un cielo aceptable para lo que tenemos por los alrededores, es posible ver todas ellas. Para optimizar el tiempo a emplear para el dibujo de estos objetos, llevé preparadas unas plantillas con el fondo de estrellas sacado del programa Stellarium, para de esta manera centrarme únicamente en las nebulosidades visibles.

El telescopio empleado para hacer los dibujos que muestro a continuación fue el refractor de 100 mm, así como tres oculares de 35 mm, 24 mm y 14 mm que me ofrecían respectivamente unos aumentos de 17x, 25x y 43x, con unos campos de visión de 4º, 3.3º y 1.9º. Un factor clave para poder observar estas nebulosas fue el empleo de un filtro antipolución para aumentar el contraste con el fondo del cielo, sin el cual apenas se percibían algunas trazas de estos objetos de cielo profundo.

Utilizando el mencionado filtro anticontaminación fue muy sencillo observar tanto la nebulosa de Norteamérica como el complejo de los Velos. Me sorprendió poder observar también la nebulosa oscura B-352 y la nebulosa del Pelícano junto a la Norteamérica, así como el denominado triángulo de Pickering en mitad del complejo nebular de los Velos.

En cuanto a la nebulosa California y las nebulosas del Corazón-Alma, resultaron ser objetos complicados de observar, lo cual era previsible, pero después de un buen rato de observación cambiando oculares y poniendo alternativamente el filtro, finalmente también cayeron pequeñas trazas de estas nebulosas y pude hacer sus respectivos dibujos.

Para relajar un poco el ojo después de tanto observar y dibujar, cogí el reflector de 114 mm para visitar uno de los mejores objetos del cielo como es la nebulosa de Orión, nunca defrauda! Incluso con un telescopio básico como este, siempre es posible apreciar detalles sutiles en esta nebulosa.

Como conclusión, después de ver lo que es capaz de mostrar un pequeñajo (pero matón) refractor de tan sólo 100 mm de diámetro equipado con ciertos accesorios útiles (buenos oculares y filtros), antes de pensar en comprar nada, aprovechad al máximo el equipo que tengáis disponible. Recordad que incluso a simple vista es posible disfrutar del cielo!

David Sedano

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